domingo, 10 de abril de 2011

Pura Vida: Mercurio

Pura Vida: Mercurio: "Es sorprendente lo que puede llegar a saberse. Mercurio es el menos estudiado de los planetas internos de nuestro sistema solar. El más..."

Mercurio


Es sorprendente lo que puede llegar a saberse.

Mercurio es el menos estudiado de los planetas internos de nuestro sistema solar. El más cercano al sol. Un cuerpo pequeño, solo tiene la mitad del diámetro de la Luna, rotando tan lentamente que un día allá equivale a 176 en la Tierra. Además emite pulsos brillantes dos veces por cada órbita, fenómenos que se deben a que los elementos de su atmósfera absorben varias longitudes de onda de la luz solar, y luego liberan energía con esas mismas longitudes de onda, además su trayecto alrededor del sol es altamente elíptico, entonces sus aceleraciones y desaceleraciones hacen variar el espectro luminoso por el efecto Doppler que generan esos cambios de velocidad.

Es un infierno, lo cual no es una metáfora, sus temperaturas son tan elevadas que llevan el cinc al punto de ebullición, allá el sol es once veces más intenso que en la Tierra. Su superficie está llena de cráteres, como la Luna, por lo cual los astrofísicos en alguna época conjeturaron que tenían geologías semejantes. Pero son diferentes. La corteza de Mercurio es el resultado de que el núcleo se enfrió y luego el resto del planeta, fenómeno que sucedió rápidamente por ser tan pequeño; y su composición es variada porque hubo varias generaciones de erupciones volcánicas. Además en el paisaje hay planicies ricas en óxidos de hierro y titanio dispersas por todas partes, a diferencia de Marte, a donde se encuentran en el hemisferio norte, y de la Luna, donde se ubican en la cara que da hacia la Tierra, de todas maneras se trata de regiones jóvenes, que apenas tienen un billón de años; mientras en los polos hay zonas de sombras perpetuas con hielo proveniente de cometas y meteoritos ricos en agua que hicieron impacto allí. La densidad del planeta es de 5.3 gramos por centímetro cúbico, mientras la de la Tierra es 4.4, la de Luna 3.3, y la de cualquier piedra, 3; característica que se atribuye a que el núcleo de Mercurio es de hierro principalmente, con una concentración mayor que en el centro terrestre. Y así también puede explicarse su campo magnético, que además es el uno por ciento del de la Tierra; en todo caso, una sorpresa, si se tiene en cuenta que es un planeta muy pequeño, además es un evento raro entre los cuerpos celestes de nuestro sistema solar provistos de corteza, ya que solo la Tierra y Ganimedes, la luna de Júpiter, tienen campos magnéticos, mientras Marte, tuvo uno, pero lo perdió, se trata de sucesos ligados a la actividad geológica. Por otra parte, sus propiedades magnéticas reflejan el viento solar, un flujo de corriente de partículas cargadas, algo semejante a lo que sucede en la Tierra, y explica por qué en Mercurio cambia la polaridad periódicamente, de hecho, diez veces más que en la Tierra, así que allá sería inútil una brújula, siempre estaría en movimiento. También en Mercurio hay una atmósfera tenue, hasta el punto que sus átomos nunca se encuentran, jamás se estrellan: el sol los saca de los cristales minerales de la superficie, los evapora, como en el caso del sodio, además el viento solar los bombardea liberando todavía más y los micrometeoritos también contribuyen vaporizándolos. Así que en la formación de la atmósfera de Mercurio, los procesos que involucran a la luz solar son de baja energía, y los átomos caen de nuevo a la superficie; en cambio son violentos los relacionados con el viento solar y los micrometeoritos, entonces los átomos viajan lejos, en especial el sodio, produciendo imágenes como la cola de un cometa.

Pero, cómo se llegó a saber tanto sobre ese planeta tan diminuto y distante.

En 1974 el Mariner 10 voló cerca, mostrando las primeras imágenes. Fotografió, por ejemplo, parte del valle creado por la fuerza del impacto de un meteorito, el más grande de los que se conocen, se denominó Caloris. Luego, durante un año hizo varias pasadas por el planeta. Pero esta información solo se completó y se precisó en 2008, cuando el Messenger entro y se quedó en la órbita del planeta. La Nasa había regresado a Mercurio para seguir explorándolo. Una nave espacial que mediante elegantes experimentos contestó a seis preguntas: ¿cuál es la composición de la superficie, cuál es su historia geológica, cómo puede tener campo magnético, su núcleo todavía bulle, por qué sus polos resplandecen en las imágenes del radar, cómo se regula su atmósfera? Y, aún así, no puede decirse que el conocimiento sobre Mercurio está completamente acabado.

Por otra parte, es una proeza técnica llegar hasta allá. Si una nave viajara en línea recta desde la Tierra, las fuerzas gravitacionales del sol la arrastrarían acelerándola por encima de la velocidad de traslación del planeta, entonces seguiría de largo, ningún motor podría pararla. Así que para lograrlo, el Messenger sobrevoló cerca a la Tierra una vez, luego en dos ocasiones se aproximó a Venus y en tres a Mercurio, y con cada una de esas pasadas la energía de la nave se reducía, desacelerándola, proceso que tomó casi siete años hasta llegar a la velocidad requerida para entrar en el campo gravitacional de Mercurio.

Del Messenger casi el sesenta por ciento de su peso era combustible, el resto, equipo para realizar mediciones y tomar fotografías, instrumentos protegidos de la luz solar plena por un manto tejido de fibra de cerámica, y por supuesto, también estaba dotada de paneles para obtener energía solar. Una verdadera maravilla de la ingeniería, diseñada para trabajar en esa órbita por lo menos durante un año terrestre o, lo que es igual, casi tres días de Mercurio. Entonces hubo oportunidades de que muchas regiones mostraran geometrías adecuadas para la observación, al menos fugazmente, confeccionando el primer mapa geológico con imágenes de alta resolución.

Sin embargo, todavía falta información por recopilar, incluso para una ciencia dura como la astrofísica es imposible saberlo todo.