sábado, 7 de mayo de 2011

Trece Preguntas al Amor, de Alejandro Corchs

Pura Vida: La 24a Feria Internacional del Libro en Bogotá ser...: "La 24a Feria Internacional del Libro en Bogotá será del 4 al 16 de mayo de 2011, y en esta oportunidad el Ecuador es el invitado de honor. E..."

Trece Preguntas al Amor, de Alejandro Corchs

La 24a Feria Internacional del Libro en Bogotá será del 4 al 16 de mayo de 2011, y en esta oportunidad el Ecuador es el invitado de honor. Entre muchísimas actividades habrá presentaciones de autores extranjeros como Baliño de Uruguay, Posteguillo de España, Volpi de México, María Elena Lavaud de Venezuela, Arango de Nueva York y Sepúlveda de Venezuela. Además el próximo domingo, Día de la Madre, o sea el 8 de mayo, a las 6:30 de la tarde, estaremos en el salon Madre Teresa Del Castillo del recinto de Corferias, para conversar con el argentino Alejandro Corchs, autor de la novela "13 Preguntas al Amor", publicada por Ediciones B.


domingo, 10 de abril de 2011

Pura Vida: Mercurio

Pura Vida: Mercurio: "Es sorprendente lo que puede llegar a saberse. Mercurio es el menos estudiado de los planetas internos de nuestro sistema solar. El más..."

Mercurio


Es sorprendente lo que puede llegar a saberse.

Mercurio es el menos estudiado de los planetas internos de nuestro sistema solar. El más cercano al sol. Un cuerpo pequeño, solo tiene la mitad del diámetro de la Luna, rotando tan lentamente que un día allá equivale a 176 en la Tierra. Además emite pulsos brillantes dos veces por cada órbita, fenómenos que se deben a que los elementos de su atmósfera absorben varias longitudes de onda de la luz solar, y luego liberan energía con esas mismas longitudes de onda, además su trayecto alrededor del sol es altamente elíptico, entonces sus aceleraciones y desaceleraciones hacen variar el espectro luminoso por el efecto Doppler que generan esos cambios de velocidad.

Es un infierno, lo cual no es una metáfora, sus temperaturas son tan elevadas que llevan el cinc al punto de ebullición, allá el sol es once veces más intenso que en la Tierra. Su superficie está llena de cráteres, como la Luna, por lo cual los astrofísicos en alguna época conjeturaron que tenían geologías semejantes. Pero son diferentes. La corteza de Mercurio es el resultado de que el núcleo se enfrió y luego el resto del planeta, fenómeno que sucedió rápidamente por ser tan pequeño; y su composición es variada porque hubo varias generaciones de erupciones volcánicas. Además en el paisaje hay planicies ricas en óxidos de hierro y titanio dispersas por todas partes, a diferencia de Marte, a donde se encuentran en el hemisferio norte, y de la Luna, donde se ubican en la cara que da hacia la Tierra, de todas maneras se trata de regiones jóvenes, que apenas tienen un billón de años; mientras en los polos hay zonas de sombras perpetuas con hielo proveniente de cometas y meteoritos ricos en agua que hicieron impacto allí. La densidad del planeta es de 5.3 gramos por centímetro cúbico, mientras la de la Tierra es 4.4, la de Luna 3.3, y la de cualquier piedra, 3; característica que se atribuye a que el núcleo de Mercurio es de hierro principalmente, con una concentración mayor que en el centro terrestre. Y así también puede explicarse su campo magnético, que además es el uno por ciento del de la Tierra; en todo caso, una sorpresa, si se tiene en cuenta que es un planeta muy pequeño, además es un evento raro entre los cuerpos celestes de nuestro sistema solar provistos de corteza, ya que solo la Tierra y Ganimedes, la luna de Júpiter, tienen campos magnéticos, mientras Marte, tuvo uno, pero lo perdió, se trata de sucesos ligados a la actividad geológica. Por otra parte, sus propiedades magnéticas reflejan el viento solar, un flujo de corriente de partículas cargadas, algo semejante a lo que sucede en la Tierra, y explica por qué en Mercurio cambia la polaridad periódicamente, de hecho, diez veces más que en la Tierra, así que allá sería inútil una brújula, siempre estaría en movimiento. También en Mercurio hay una atmósfera tenue, hasta el punto que sus átomos nunca se encuentran, jamás se estrellan: el sol los saca de los cristales minerales de la superficie, los evapora, como en el caso del sodio, además el viento solar los bombardea liberando todavía más y los micrometeoritos también contribuyen vaporizándolos. Así que en la formación de la atmósfera de Mercurio, los procesos que involucran a la luz solar son de baja energía, y los átomos caen de nuevo a la superficie; en cambio son violentos los relacionados con el viento solar y los micrometeoritos, entonces los átomos viajan lejos, en especial el sodio, produciendo imágenes como la cola de un cometa.

Pero, cómo se llegó a saber tanto sobre ese planeta tan diminuto y distante.

En 1974 el Mariner 10 voló cerca, mostrando las primeras imágenes. Fotografió, por ejemplo, parte del valle creado por la fuerza del impacto de un meteorito, el más grande de los que se conocen, se denominó Caloris. Luego, durante un año hizo varias pasadas por el planeta. Pero esta información solo se completó y se precisó en 2008, cuando el Messenger entro y se quedó en la órbita del planeta. La Nasa había regresado a Mercurio para seguir explorándolo. Una nave espacial que mediante elegantes experimentos contestó a seis preguntas: ¿cuál es la composición de la superficie, cuál es su historia geológica, cómo puede tener campo magnético, su núcleo todavía bulle, por qué sus polos resplandecen en las imágenes del radar, cómo se regula su atmósfera? Y, aún así, no puede decirse que el conocimiento sobre Mercurio está completamente acabado.

Por otra parte, es una proeza técnica llegar hasta allá. Si una nave viajara en línea recta desde la Tierra, las fuerzas gravitacionales del sol la arrastrarían acelerándola por encima de la velocidad de traslación del planeta, entonces seguiría de largo, ningún motor podría pararla. Así que para lograrlo, el Messenger sobrevoló cerca a la Tierra una vez, luego en dos ocasiones se aproximó a Venus y en tres a Mercurio, y con cada una de esas pasadas la energía de la nave se reducía, desacelerándola, proceso que tomó casi siete años hasta llegar a la velocidad requerida para entrar en el campo gravitacional de Mercurio.

Del Messenger casi el sesenta por ciento de su peso era combustible, el resto, equipo para realizar mediciones y tomar fotografías, instrumentos protegidos de la luz solar plena por un manto tejido de fibra de cerámica, y por supuesto, también estaba dotada de paneles para obtener energía solar. Una verdadera maravilla de la ingeniería, diseñada para trabajar en esa órbita por lo menos durante un año terrestre o, lo que es igual, casi tres días de Mercurio. Entonces hubo oportunidades de que muchas regiones mostraran geometrías adecuadas para la observación, al menos fugazmente, confeccionando el primer mapa geológico con imágenes de alta resolución.

Sin embargo, todavía falta información por recopilar, incluso para una ciencia dura como la astrofísica es imposible saberlo todo.

jueves, 24 de febrero de 2011

Pura Vida: Los pioneros de la cópula


Los pioneros de la cópula

La Verdadera Revolución Sexual es el título de uno de los artículos centrales que figura en la revista Scientific American publicada en enero de 2011. Texto que alude a investigaciones recientes en Australia que encontraron que los placodermos, peces prehistóricos que vivieron hace trescientos setenta y cinco millones de años, fueron los pioneros de la cópula. Para afirmar semejante cosa, un grupo de paleontólogos se basó en el descubrimiento de fósiles de hembras embarazadas con hasta tres embriones al mismo tiempo, con sus cordones umbilicales y sacos vitelinos independientes, así como de machos dotados de mandíbulas arcaicas que no les servía para masticar sino para fijarse al dorso de ellas durante el coito.

Aun cuando la reproducción sexual ya existía en la naturaleza, por ejemplo en algunas plantas, estos son los primeros animales conocidos que utilizaron el apareamiento para fecundar produciendo crías que se desarrollaban en el interior del cuerpo de la madre hasta que nacían vivos. Precisión que no es baladí, ni mucho menos un insulto a la inteligencia del lector, lo que sucede es que este esquema de la reproducción sexual animal llama la atención sobre la complejidad de este asunto, que a primera vista parece tan básico y elemental.

Entonces, como decía, los placodermos son un familia de especies extinguidas, que vivieron durante el periodo devoniano y fueron tan exitosos que dominaron los mares durante setenta millones de años. Es por ello que son los precursores de todos los vertebrados. A través de mutaciones genéticas espontáneas y al azar de ellos se derivaron incontables especies: tanto los linajes que originaron al grupo de los tiburones, como los que dieron lugar a los peces modernos con esqueletos y mandíbulas, que luego las emplearon para masticar, y una gran proporción de ellos conservó el recurso de la cópula; a su vez, de estas especies posteriormente evolucionaron los cuadrúpedos terrestres, incluyendo a los dinosaurios y los mamíferos, para los que la fecundación entre el cuerpo de la hembra fue decisiva a la hora de reproducirse en tierra firme, hasta que por fin, hace apenas unos ciento sesenta mil años surgió el ser humano.

Y este viaje biológico increible se ha documentado a partir de innumerables fósiles y genes. Como sucede en el caso del gen Hoxd13 que se activa en las regiones donde se forman las aletas pélvicas y pectorales de los embriones de peces modernos con esqueletos; pero también este mismo gen tutela el desarrollo de las cuatro extremidades y el genital de los mamíferos, incluyendo al hombre. Entonces esta evidencia bioquímica indica que provenimos del mismo origen evolutivo, que los placodermos son nuestro ancestro más arcaico, al menos hasta donde se sabe en la actualidad.

Además este hallazgo supone que la cópula es mucho más antigua de lo que se pensaba. Apareció sobre la Tierra veinticinco millones de años antes de lo que se había estimado, pues hasta estos descubrimientos se creía que los pioneros de la cópula fueron los tiburones y su grupo, aun cuando era una hipótesis frágil por la dificultad de vincular su biología a la de la mayoría de los vertebrados.

Pero así es el método científico. Estas correcciones suelen suceder en el mundo de la ciencia, a donde todos saben que el conocimiento siempre es parcial, temporal y relativo. Así que este es otro ajuste al saber debido a que la paleontología es una disciplina creciente y vigorosa.

Por otro lado, esta historia de éxito de la selección natural se relaciona con ventajas que debió traer la cópula en esa época. Los paleontólogos conjeturan que ofreció, verbigracia, la posibilidad de que las madres cuidaran mejor a las crías de mayor tamaño, complejidad y desarrollo, aumentando la probabilidad de su supervivencia y posterior reproducción, por supuesto. Hasta el punto que resultó ser una estrategia muy valiosa, incluso por encima de otros métodos reproductivos que producían cantidades ingentes de crías, pero que por otra parte no generaron tanta variedad de especies. En cambio el advenimiento del coito marcó un hito en la evolución de la vida, y con esta estrategia para procrear coincidió un aumento exponencial en la aparición de especies nuevas. Por eso se considera esta la verdadera revolución sexual, y no tanto la liberación femenina de la década de 1960 que transformó la ética de la intimidad humana, al menos en los países de tradición judeocristiana, a la vez que inició la búsqueda de la igualdad entre los géneros.

Pero esta versión de la historia de la cópula no es un relato acabado. Muchas preguntas quedan por resolverse. Hoy se piensa que seguramente existieron precursores de los placodermos, tan solo que aún no se han encontrado. Y otro campo fascinante de investigación que se abre es el estudio del desarrollo evolutivo de la fisiología neurológica, por así decirlo, de los instintos, en todo caso, de las transformaciones del sistema nervioso que llevaron a estas especies primitivas a acercarse unos a otros, a copular y a proteger a sus crías, a todas luces conductas sofisticadas y novedosas en ese momento.

Temas que en todo caso hacen pensar que las raíces de la perentoriedad del impulso de la maternidad y de lo despiadado del amor sexual seguramente se encuentran en las luchas por la supervivencia que se libraron en los mares primigenios del período devoniano hace trescientos setenta y cinco millones de años. Mucho antes de que el ser humano apareciera, que aun cuando muy inteligente y razonable, no logra eludir su biología. Antes que civilizado, el hombre es mamífero.

Por Santiago Barrios

Publicado 02/24/2011

Los pioneros de la cópula

Los pioneros de la cópula

La Verdadera Revolución Sexual es el título de uno de los artículos centrales que figura en la revista Scientific American publicada en enero de 2011. Texto que alude a investigaciones recientes en Australia que encontraron que los placodermos, peces prehistóricos que vivieron hace trescientos setenta y cinco millones de años, fueron los pioneros de la cópula. Para afirmar semejante cosa, un grupo de paleontólogos se basó en el descubrimiento de fósiles de hembras embarazadas con hasta tres embriones al mismo tiempo, con sus cordones umbilicales y sacos vitelinos independientes, así como de machos dotados de mandíbulas arcaicas que no les servía para masticar sino para fijarse al dorso de ellas durante el coito.

Aun cuando la reproducción sexual ya existía en la naturaleza, por ejemplo en algunas plantas, estos son los primeros animales conocidos que utilizaron el apareamiento para fecundar produciendo crías que se desarrollaban en el interior del cuerpo de la madre hasta que nacían vivos. Precisión que no es baladí, ni mucho menos un insulto a la inteligencia del lector, lo que sucede es que este esquema de la reproducción sexual animal llama la atención sobre la complejidad de este asunto, que a primera vista parece tan básico y elemental.

Entonces, como decía, los placodermos son un familia de especies extinguidas, que vivieron durante el periodo devoniano y fueron tan exitosos que dominaron los mares durante setenta millones de años. Es por ello que son los precursores de todos los vertebrados. A través de mutaciones genéticas espontáneas y al azar de ellos se derivaron incontables especies: tanto los linajes que originaron al grupo de los tiburones, como los que dieron lugar a los peces modernos con esqueletos y mandíbulas, que luego las emplearon para masticar, y una gran proporción de ellos conservó el recurso de la cópula; a su vez, de estas especies posteriormente evolucionaron los cuadrúpedos terrestres, incluyendo a los dinosaurios y los mamíferos, para los que la fecundación entre el cuerpo de la hembra fue decisiva a la hora de reproducirse en tierra firme, hasta que por fin, hace apenas unos ciento sesenta mil años surgió el ser humano.

Y este viaje biológico increible se ha documentado a partir de innumerables fósiles y genes. Como sucede en el caso del gen Hoxd13 que se activa en las regiones donde se forman las aletas pélvicas y pectorales de los embriones de peces modernos con esqueletos; pero también este mismo gen tutela el desarrollo de las cuatro extremidades y el genital de los mamíferos, incluyendo al hombre. Entonces esta evidencia bioquímica indica que provenimos del mismo origen evolutivo, que los placodermos son nuestro ancestro más arcaico, al menos hasta donde se sabe en la actualidad.

Además este hallazgo supone que la cópula es mucho más antigua de lo que se pensaba. Apareció sobre la Tierra veinticinco millones de años antes de lo que se había estimado, pues hasta estos descubrimientos se creía que los pioneros de la cópula fueron los tiburones y su grupo, aun cuando era una hipótesis frágil por la dificultad de vincular su biología a la de la mayoría de los vertebrados.

Pero así es el método científico. Estas correcciones suelen suceder en el mundo de la ciencia, a donde todos saben que el conocimiento siempre es parcial, temporal y relativo. Así que este es otro ajuste al saber debido a que la paleontología es una disciplina creciente y vigorosa.

Por otro lado, esta historia de éxito de la selección natural se relaciona con ventajas que debió traer la cópula en esa época. Los paleontólogos conjeturan que ofreció, verbigracia, la posibilidad de que las madres cuidaran mejor a las crías de mayor tamaño, complejidad y desarrollo, aumentando la probabilidad de su supervivencia y posterior reproducción, por supuesto. Hasta el punto que resultó ser una estrategia muy valiosa, incluso por encima de otros métodos reproductivos que producían cantidades ingentes de crías, pero que por otra parte no generaron tanta variedad de especies. En cambio el advenimiento del coito marcó un hito en la evolución de la vida, y con esta estrategia para procrear coincidió un aumento exponencial en la aparición de especies nuevas. Por eso se considera esta la verdadera revolución sexual, y no tanto la liberación femenina de la década de 1960 que transformó la ética de la intimidad humana, al menos en los países de tradición judeocristiana, a la vez que inició la búsqueda de la igualdad entre los géneros.

Pero esta versión de la historia de la cópula no es un relato acabado. Muchas preguntas quedan por resolverse. Hoy se piensa que seguramente existieron precursores de los placodermos, tan solo que aún no se han encontrado. Y otro campo fascinante de investigación que se abre es el estudio del desarrollo evolutivo de la fisiología neurológica, por así decirlo, de los instintos, en todo caso, de las transformaciones del sistema nervioso que llevaron a estas especies primitivas a acercarse unos a otros, a copular y a proteger a sus crías, a todas luces conductas sofisticadas y novedosas en ese momento.

Temas que en todo caso hacen pensar que las raíces de la perentoriedad del impulso de la maternidad y de lo despiadado del amor sexual seguramente se encuentran en las luchas por la supervivencia que se libraron en los mares primigenios del período devoniano hace trescientos setenta y cinco millones de años. Mucho antes de que el ser humano apareciera, que aun cuando muy inteligente y razonable, no logra eludir su biología. Antes que civilizado, el hombre es mamífero.

Por Santiago Barrios

Publicado 02/24/2011